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martes, 18 de junio de 2013

Rosa alucinógeno.

Como siempre, todo acaba aquí. Entre papel, tinta y lágrimas; o entre teclas, pantalla y lágrimas. Espero no electrocutarme.
Y, es que al final, ¿qué mejor que algo efímero para hablar de otra cosa efímera? Dicen que las palabras se las lleva el viento y, por experiencia, puedo decir que los sentimientos no encontrados parece que también. Aunque siempre es más fácil dejar ir una palabra que un sentimiento, todo sea dicho.
Pero, ¿podemos echar de menos algo que no hemos tenido? Parece que sí, y con sentimientos no encontrados me refería precisamente a esto. ¿O hay algo más bonito que imaginarte al lado de ese alguien en cada una de las posibles situaciones que podrían compartir cuando aún siquiera han tenido una conversación mucho más allá del tan recurrente "qué te cuentas"? Si tú me preguntaras, probablemente te contaría las ganas que tengo de ver tus ojos grises en un primer plano, de agarrarte la mano y sentir como la aprietas contra la tuya, de tirarte del pelo mientras te beso a cámara lenta...
Mientras, sigo imaginándome lo que sería capaz de hacer si eso ocurriera. ¿Idealizamos el amor hacia otra persona cuando sabemos que no podemos tenerlo? ¿Cómo llamarlo amor si nunca ocurrió? Pero, ¿cómo llamarlo si no? ¿Alucinación sentimental? ¿Magnetismo imposible?
Tus preguntas, sin embargo, no llegan. Y aquello que imagino en mis ratos muertos, y mientras sueño, parece que tampoco. ¿Qué echaré de menos entonces? El recuerdo de aquello que imaginé que seríamos pero que nunca llegaremos a ser. Si me preguntaras, eso te respondería.
Echaré de menos imaginarnos corriendo bajo la lluvia de Madrid en busca de cobijo para después acabar quitándote la ropa mojada y terminar secándotela del calor que desprenderíamos. Echaré de menos los besos que nunca te robé, las películas que nunca vimos, las canciones que nunca te dediqué.
Así que dejaré ir todos esos no recuerdos, y los guardaré en la caja de los "no encontrados", o de "imaginarios". Al lado de los sí recuerdos de tu sonrisa, de tu voz y de tus ojos. Al menos esos siempre sabré que los tuve, al menos sé que dentro de toda esta locura que recorre mi cuerpo, tú eras real. Que tú eras enfermedad y antídoto, y es que estar loco a veces es bonito.
Si tú me preguntaras, diría que esto es la historia de un amor imposible.


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