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miércoles, 15 de agosto de 2012

Open 24h

Estaba tan tranquilo viendo una entrevista de una de mis cantantes preferidas en youtube y dijo algo que de inmediato hizo que me pusiera a pensar.
Lo cierto es que tú no estabas aquí en ese momento, y aunque hubieses estado no creo que hubiese tenido el valor de decirte nada. Muchas veces callamos, y morimos por hablar y por preguntar. Sin embargo, callamos. Callamos porque preferimos no saber nada a preguntar y que nos respondan lo que no queremos oír, lo que nuestra voz interior ya nos dice cuando nuestra ilusión discute con ella.

"Tu corazón sana cuando eres capaz de amar de nuevo"

La verdad es que sería demasiado precipitado afirmar que lo que siento es amor, a pesar de nuestros ya múltiples encuentros pero, como hoy comenté con una amiga, ¿qué significa el sexo para la gente hoy en día? Pues nada, eso significa: nada. Una vez más, vuelvo a ser el eslabón perdido y, aunque te esmeraste por hacérmelo saber desde el principio, aquí estoy... deshojando margaritas marchitas. Y no puedo pretender que nuestros encuentros entre sábanas y nuestras fluídas conversaciones cambien la manera en la que te sientes. Sin embargo, lo pretendo.
Como dije, no estabas aquí cuando vi el vídeo de la entrevista y la cantante que tanto me gusta dijo esa frase que he puesto entre comillas, en cursiva y centrada en el texto. Mientras estabas de viaje, y tras nuestra charla previa a él, esperaba que te pasara algo que te hiciera cambiar la perspectiva con la que ves las cosas. Se supone que era de ese tipo de viajes, de esos que te marcan, de esos que vuelven majara a algunos. Yo, de lo contrario, esperaba que ese viaje, de alguna manera, te hiciera empezar a quererme.

Nunca pensé que conseguiría salir de la espiral de sentimientos en la que me había sumergido hacía ya bastante tiempo, pero lo hice. Mi corazón ha sanado y no ha tardado en encontrar una nueva presa. Aunque, al final, su víctima siempre sea yo. 
Quizás te agobie, quizás ni siquiera pienses, como yo, en cada una de las veces que estuvimos juntos bajo las estrellas, en cada beso, en cada palabra... Pero así de ñoño me sale ser a mí, aunque solo sea con alguien que le tenga miedo al compromiso, aunque mi teoría es otra. Claro que mi ilusión vuelve a rebatir a mi voz interior. No se llevan muy bien, ¿sabes?
Dicen que, cuando se abrió la Caja de Pandora, solo quedó dentro de ella una cosa: la esperanza. De esperanza vamos tirando los humanos, pero Harvey Milk me convenció de que es cierto que no se puede vivir solo de la esperanza. Y lo cierto es que sigo con la esperanza de que ese viaje haya conseguido encender el interruptor de tu corazón, con la esperanza de que, aun con todas las imperfecciones del mundo, veas que daría lo que fuera por intentar sacarte una sonrisa todos los días, por preguntarte qué tal te ha ido en el trabajo... Pero tus actos ya hablan por ti, y lo peor es que no puedo reprocharte nada porque ya me avisaste.
¿Y quién avisó a mi corazón?

Si solo me dejaras hueco por el que pasar... Soy un chico con recursos, pero la verdad es que has conseguido que los agote todos, y por el único sitio que me dejas entrar es por tus piernas. Abiertas siempre que las necesite, abiertas siempre que a ti te apetezca. El problema es que yo no elijo cuándo abrir y cerrar mi corazón, la ilusión es una entrometida, ya lo conoces. Se le mete algo en la cabeza y no hay nada que la detenga. Y me desespera, pero qué bonita es la sensación esa de sentirse vivo, aunque vulnerable. La sensación de tener ganas de luchar por algo que sabes que te va a costar sudor y, más probablemente, lágrimas.
Supongo que es lo que me mantiene vivo ahora mismo, y la verdad a lo mejor está sobrevalorada.
Pero bueno, digo yo que si la cantante que tanto me gusta superó la ruptura con su novio escribiendo un disco y vendiendo millones de él, a lo mejor yo consigo abrir ese pasillito en tu curiosidad al que le pique conocerme un poco más con esto que escribo. A lo mejor tu pesado y persistente miedo se ve atormentado por la persistencia de mi ilusión y se marcha a otra parte.
Sea como sea, mi corazón no puede aguantar abierto las veinticuatro horas del día si no recibe visitas porque su motor necesita de esperanza para seguir en funcionamiento, y como bien tiene que saber alguien de tu cargo, la esperanza es algo que pocos se pueden permitir en tiempos de crisis.
La pena es que tú no superes la tuya, porque no me importaría volver a vivir en una burbuja inmobiliaria, mientras sea a tu lado.
¿Qué importa lo demás?